Dicen que estas cosas se olvidan, dicen que nada dura por siempre, pero algo siempre queda, nunca se deja todo atrás. Aún así recuerdo todas esas tardes, amor, pateando aquellas hojas recién caídas de los árboles. Recuerdo con exactitud, cada dulce momento, en que creí haberte tenido entre mis brazos. Quisiera poder dejar atrás cada una de tus palabras, y dejar, sin importar, que el viento las arrastre a un pasado eterno, y se desvanezcan, como ese sonido de nuestros pasos a la par. No encuentro día que no piense en lo que pudo haber sido, y nunca fue. No obstante, así recuerde fotográficamente esa mirada en tus ojos, ya no la recuerdo con total plenitud, deseo con toda mi alma sacarte de este lugar, dentro de mí, pero es que ocupaste un lugar irreplazable en mí.